Con una solemne Eucaristía de acción de gracias presidida por Mosn. Jaime Castillo, Obispo Vicario Apostólico del Vicariato Apostólico de Zamora y concelebrando el Padre Roberto Haro párroco, dieron juntamente con los catequistas gracias al Todopoderoso por el don que les ha concedido.
El 9 de febrero es el día en que la Iglesia en el Ecuador celebra el día del Santo Hermano Miguel, Patrono de los catequistas.
Francisco Febres Cordero entró a la escuela en Cuenca fundada por los hermanos lasallanos en 1863. En la escuela inició y perfeccionó su vida con ayuda del catecismo y con los educadores extranjeros, pese a tener ya algunos conocimientos que le impartió su tía y su madre. Allí es donde surge la vocación de ser Hermano Lasallano , sus familiares se opusieron a la decisión del joven Francisco, debido a que ellos pertenecían a una clase social muy alta y con descendencia independentista, los religiosos lasallanos en aquellos años tenían apenas lo suficiente para poder desarrollar su labor educativa , y Ecuador fue la primera nación en Hispanoamérica en albergar a la comunidad religiosa, la población en las principales ciudades del Ecuador, los acogieron con gozo e incertidumbre. Gabriel García Moreno, entonces Presidente de la República fue quien intervino en gran parte para que pueda desarrollarse ésta magnífica obra.

Recibe el Hábito de los Hermanos de las Escuelas Cristianas el 24 de marzo de 1868, y deja su familia y sus pomposos apellidos para convertirse en el Hermano Miguel que fue creciendo en gracia con una gran inteligencia y sabiduría. Contribuyó durante el resto de su vida a la enseñanza en las escuelas cristianas, su misión era la dedicación a la enseñanza de tiempo completo a niños de todas las clases sociales, quienes lo llamaban afectuosamente el “santo” por su carácter tierno y sus dotes de humildad. Desde clases elementales hasta superiores, se le encomendaron donde también acostumbraba dar clases de catecismo diarias. Publicó gran número de libros con adaptaciones de obras con el pseudónimo de Bruño, son innumerables sus escritos. Superando incluso a Andrés Bello de Venezuela cuando fue admitido en la Real Academia de la lengua de dicho país, en Ecuador, Colombia y otros países de Latinoamérica Centroamérica y Europa.
En 1907 es exiliado a Francia por el gobierno anticlerical del presidente Eloy Alfaro. Más tarde es enviado a Bélgica y finalmente a España.

Tiempo después el Hermano Miguel contrae una pulmonía y muere en olor de santidad el 9 de febrero de 1910 en Premiá de Mar en la antigua casa del noviciado. En su agonía preguntado si tenía tristeza de morir lejos de su Patria admitió que no, puesto que esos eran los designios del Señor. Sus restos fueron trasladados de España a Quito, pasando antes por el puerto de Guayaquil. En 1937, fueron vandalizados durante la Guerra Civil española, pero gracias a un ministro ecuatoriano se pudo realizar la repatriación al Ecuador, por lo cual fue recibido con gran honra y júbilo. Inmediatamente se inició el proceso de canonización.
El milagro que le otorgó la Beatificación fue a Sor Clementina Flores curándola de una enfermedad hepática renal y aquel mismo día en la Plaza de San Pedro por su intervención se realizó otro milagro a la Señora Beatriz Gómez de Núñez, que le valió la canonización. Ya lo decía un escritor el Hermano Miguel es tan Santo como sabio y tan sabio como Santo. En Guadalajara, México, el colegio lasallista lleva su nombre. Primeramente, estuvo ubicado en Avenida República 353,1 al oriente del centro de la ciudad, y en mayo de 1975 comienza la construcción de una gran sede del Colegio en la zona de Huentitán, cerca de la Calzada Independencia Norte, donde actualmente se encuentra todo el Colegio, el cual es llamado Francisco Febres Cordero La Salle, ubicado una cuadra al poniente de la Calzada Independencia Norte, en calle Eutimio Pinzón número 445. Del mismo modo, en la ciudad de Bogotá, Colombia, se funda en 1951 la Escuela Hermano Miguel con el aval del Hermano Miguel Granada, y posteriormente, en 1967, bajo la dirección del Hermano Antonio Félix, toma el nombre de Liceo Hermano Miguel.
Una de sus frases preferidas para orar era: Acordémonos que estamos en la santa presencia de Dios y sus alumnos respondían: adoremosle. Por lo cual ahora los alumnos del Instituto lo utilizan. Su Santuario se ubica en el sur de Quito en la parroquia “La Magdalena” donde se pueden apreciar sus restos en hermoso relicario de bronce elaborado en Cuenca, similar al existente en Roma, al de San Juan Bautista de La Salle, fundador de la Congregación. Su actual rector es el Hermano Eduardo Muñoz Borrero quien hace parte de la parentela del Santo. (fuente Wikipedia)

El la Santa Misa Mons. Castillo hizo referencia a este gran Santo ecuatoriano que comunicó al mundo desde su sencillez e invalidez lo mas bello que custodió su corazón y es un hombre que recibió de sus mayores el creer y el vivir de lo que se cree, por eso a este santo la Iglesia lo recuerda, lo celebra y lo admira porque es un elemento que puede darnos algunas enseñanzas para quienes a los que decimos transmitir la fe.
Luego de la Santa Misa los catequistas participaron de un tema formativo con Mons. Jaime en el Salón Mons. Serafín Cartagena en donde trato el tema de la escucha partiendo que la persona humana tiene dos partes importantes que son: la no ética. – libertad de pensamiento, orientado al pensamiento y una operativa. – con la persona que comunica, son verbos que traducen una expresión.
Además Mons. Castillo manifestó que los catequistas en sí todo el pueblo santo de Dios siempre debe ser hombres y mujeres de la Palabra, para así ser transformadores de la palabra, más no consumidores de la palabra ya que la Palabra nos lee la vida, se anticipa a nosotros y de ahí aprendemos a estar en la misión de educar y resaltó que debemos predicar con el ejemplo.
Mons. Jaime también compartió sobre la carta del Papa Francisco (Patris Corde) en donde manifestó que San José tiene incidencia en el mundo de hoy porque el sabe como salir de situaciones difíciles, también manifestó que vivimos un tiempo oportuno para fortalecer nuestra fe de manera especial en el tiempo difícil que vivimos por la pandemia del Virus de la Covid 19 debemos ver el Evangelio con la mirada y perspectiva de José para comprender que el pequeño niño de Belén necesita que transforme un lugar frio como el pesebre el algo maravilloso.
Con la bendición de Mons. Jaime Castillo terminaron este encuentro con alegría y además con la firme respuesta de los catequistas de seguir respondiendo al llamado que Dios les ha hecho.
Cabe resaltar que en este primer encuentro que Mons. Jaime Castillo mantuvo con los catequistas de la parroquia Nuestra Señora del Carmen extendió su saludo y gratitud a todos los catequistas del Vicariato Apostólico de Zamora.